La joven, hermosa e intrépida Vanessa, era una talentosa escritora, amante del matcha latte. Un buen día decidió que ya era hora de escribir su gran novela romántica, esa que la catapultaría directa hacia la lista de Best sellers de los romances de todos los tiempos.
Hacía tiempo que una idea le rondaba por la cabeza, y aunque su perro Sirius la miraba juzgador cada vez que murmuraba «tropos», ella sabía que lo único que necesitaba era el toque justo de romance y caos para que todas sus ideas tomaran forma y se convirtieran en una ambrosía literaria.
—Esta vez va a ser perfecto —murmuró Vanessa dirigiéndose a Sirius, al tiempo en que abría su portátil y comenzaba a crear a sus personajes..
Lo primero que necesitaba era una protagonista femenina, y Vanessa, entre sorbos de matcha, creó a Clara, aunque primero fue Bárbara, Aurora, Lidia y bueno, al final se quedó como Clara.
Clara era una joven encantadora, ligeramente torpe y con un corazón de oro. Justo como debía ser una buena protagonista, con ese equilibrio entre la bondad y el atolondramiento que tan bien funcionaba en la literatura romántica. Vanessa sabía que solo debía encontrar el tropo perfecto, ese que cuadrara con la historia que se reproducía con tanto detalle en su mente, así que sin más preámbulos comenzó a teclear con la velocidad que la caracterizaba. Por que sí, además de bella, joven, simpática, talentosa, divertida y buena escritora, Vanessa escribía a muchas pulsaciones por minuto.
Capítulo 1
El tropiezo que los conecta
Clara caminaba por la calle, su cabeza llena de pensamientos sobre su trabajo en una librería encantadora (porque, por supuesto, tenía que trabajar en una librería). De repente, en un giro del destino digno de Jane Austen, se tropezó con un hombre tan atractivo que parecía haber salido de un anuncio de perfume o de ropa interior. Al tropezar, Clara dejó caer sus libros, y uno de ellos tocó a su misterioso extraño directamente en la cara.
—¡Ay, Dios! ¡Lo siento mucho! —dijo Clara, roja como un tomate—. No suelo lanzar libros a la gente… al menos no a propósito.
El hombre, un CEO multimillonario que casualmente estaba pasando por allí (como sucede en todas las buenas historias), le devolvió el libro con una sonrisa arrogante y misteriosa, que para nada se había visto afectada por el impacto del libro en su rostro.
—Tienes una forma curiosa de conocer a la gente —respondió él, mientras se frotaba la cara.
Vanessa estaba un poco molesta consigo misma, sabiendo que acababa de utilizar el tropo más clásico de todos: el tropiezo que te cambia la vida. Pero Clara no iba a quedarse solo con un encuentro incómodo… no, no, Vanessa tenía grandes planes para su pobre personaje.
Capítulo 2:
Rescate bajo la lluvia
Después del encuentro, Vanessa decidió que la historia necesitaba algo más de drama, así que convocó una tormenta. Clara y el CEO, llamado Daniel que siempre tiene ese toque de pedantería que tan bien queda a estos personajes masculinos, estaban en una situación imposible: se encontraban en mitad de la ciudad sin taxis a la vista, y para añadir más tensión, comenzaba a llover. Típico, pensó Clara. Y, por supuesto, había un problema mayor: Clara no tenía paraguas, pero Daniel sí, porque los CEOs siempre están preparados para este tipo de ocasiones inesperadas, no en vano suelen tener muchos fuegos que apagar en su trabajo.
—Ven, puedes resguardarte conmigo —dijo Daniel con tono protector abriendo un enorme paraguas tan oscuro como su propio atuendo.
Vanessa reía mientras escribía. Sabía que esto era tan tópico como comerse un helado en verano dando un paseo junto a la playa, pero, ¿Cómo resistirse al encanto del paraguas compartido y el rescate bajo la lluvia ? Era oro puro o eso pensó ella.
Capítulo 3:
¡Solo hay una cama!
A medida que avanzaba la historia, Vanessa decidió que las cosas no podían seguir tan predecibles. Así que llevó a Clara y Daniel a un viaje de negocios (porque, claro ¿Qué CEO no invita a una desconocida encantadora a un viaje?). La tormenta empeoró, y al llegar al único hotel disponible uno muy lujoso y bonito con unas pocas habitaciones perfectamente decoradas, Vanessa supo que estaba a punto de desatar el mayor de los clichés.
—Lo siento, solo nos queda una habitación… y, bueno, solo hay una cama de matrimonio —dijo la recepcionista del hotel, con una sonrisa que claramente escondía la travesura del destino.
Clara y Daniel se miraron con horror (y algo más), sabiendo que la situación era tan absurda como inevitable.
—No te preocupes, dormiré en el suelo —dijo Daniel, tratando de parecer noble, aunque estaba claro que en su mente ya visualizaba otra escena mucho más… cercana.
Vanessa no pudo evitar reírse en voz alta mientras escribía. Este tropo no falla nunca , pensó.
Clara y Daniel subieron por el suntuoso ascensor en dirección a la tercera planta en la que se ubicaba esa única habitación que era la salvación de ambos por esa noche.
Al entrar la tensión se podía cortar con un cuchillo. Clara no dejaba de decir tonterías al tiempo en que Daniel únicamente le lanzaba miradas profundas y seductoras.
Clara se paró junto a la cama y le entregó la colcha y algunas almohadas a Daniel, que seguía dispuesto a dormir en el suelo, dentro de la bañera, en el sofá o donde fuera, antes de ceder a sus verdaderos deseos y besar de una vez por todas a Clara.
Capítulo 4:
El enemigo de la infancia
Decidida a añadir algo de complejidad, Vanessa recordó otro de los tropos que siempre funciona: el enemigo de la infancia convertido en rival amoroso . Así que, de repente, apareció en escena Marcos , el antiguo mejor amigo de Clara, ahora convertido en un rival oscuro, misterioso y lleno de secretos, eso sí, era el rubio de esta historia y todas sabemos qué es lo que pasa con los rubios. Vanessa hizo que Marcos apareciera en el viaje por casualidad (porque en las novelas románticas las coincidencias son lo más normal del mundo y toda la acción sucede en un radio muy pequeño) y, como no podía ser de otra manera, Clara comenzó a sentir que su corazón estaba dividido. El misterioso, rico, guapo y un poco precipitado Daniel, contra el rubio, no menos misterioso, no menos guapo y encima amigo de toda la vida de Clara.
¡Qué dilema!
—Daniel o Marcos… ¡No sé qué hacer! —exclamó Clara, mirando hacia el cielo a través del suntuoso ventanal de la habitación.
Vanessa se lo estaba pasando en grande. Nada como un buen triángulo amoroso para marear a los personajes y hacer que las lectoras sufrieran un poco. Pero Vanessa sabía muy bien que un buen triángulo se tiene que construir con sumo cuidado es demasiado habitual que el triángulo esté tan cantado que pierda todo su interés. Así que debía poner todo su ingenio para que el personaje de Marcos funcionara y calara en la mente de todas las lectoras como una posibilidad para Clara.
Capítulo 5: La gran declaración pública (¡con beso incluido!)
Finalmente, Vanessa decidió que la historia estaba lista para el clímax. Daniel, el CEO guapo, rico y con la sonrisa más perfecta y preciosa de cuántas se han descrito en la literatura romántica, no podía soportarlo más. Necesitaba confesar sus sentimientos a Clara de una vez por todas, y tenía que hacerlo de la manera más dramática posible: en una boda ajena, por supuesto.
—¡Clara! —gritó Daniel, interrumpiendo la ceremonia de la mejor amiga de la hermana de Clara, que a la vez era la prima de Marcos y casualmente la novia de uno de los socios de Daniel, mientras corría hacia ella bajo la lluvia (porque, obviamente, estaba lloviendo de nuevo, en las novelas románticas no hay sequía).— No puedo dejar que te casos con Marcos, o con cualquier otro. ¡Te amo Clara!
Clara, entre lágrimas (y algo de confusión), corrió hacia él, y el inevitable beso bajo la lluvia selló el instante, un beso tan deseado que ambos se devoraron con anhelo ante la atenta mirada de los ciento cincuenta invitados a la boda que no dudaron en sacar los móviles y grabarlo todo.
—Esto es lo más, nadie podrá negar que soy una maestra suprema de la novela romántica. ¿Verdad Sirius? —preguntó Vanessa buscando la complicidad de su fiel compañero, que tan solo abrió un ojo con indiferencia y siguió durmiendo plácidamente sobre el sofá del salón.
Vanessa, satisfecha con su obra maestra de tropos románticos, cerró su portátil. ¿Había usado todos los clichés posibles? Absolutamente. ¿Se había divertido escribiéndolo? Más de lo que podría admitir.
—Esto va a ser un éxito.
Y así, Vanessa demostró que, aunque los tropos sean predecibles, cuando se usan con humor y cariño, siempre tienen el poder de conquistar corazones (y provocar carcajadas).
Espero que te hayas divertido con esta pequeña sátira romántica y que le pierdas el miedo (o la rabia) a los tropos y los clichés, si los usas con algo más de maestría de la que ha demostrado la (tal vez no tan talentosa) escritora Vanessa, estoy segura de que tu historia enamorará a más de una lectora.
Hasta la semana que viene.
Y si te ha gustado no dudes en compartir esta historia, eso me ayudará mucho.
Si te ha gustado esta entrada, no dudes en echarle un ojo a 10 momentos de tensión romántica inolvidables
Qué maravillosa forma de hablar de algo de lo que se ha hablado tantas veces. Precioso. Me ha encantado y me lo he pasado en grande.
¡Me encantó! Y me has hecho caer en cuenta de que los clichés no son el enemigo, siempre y cuando les demos nuestro toque.